Trastorno de personalidad y sus efectos |
El trastorno de personalidad es un patrón permanente
e inflexible de experiencia interna y de comportamiento que se aparta
acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto, el cual tiene su
inicio en la adolescencia o en el principio de la edad adulta, el cual a su vez
es estable a lo largo del tiempo y comporta malestar o prejuicio.
La clasificación de este tipo de trastornos hace
parte de una perspectiva categorial, cuyo antecedente se encuentra en el modelo
clásico de Kurt Schneider, en el sentido de considerar que se encuentran enlazados "los trastornos
de la personalidad como entidades patológicas individuales y delimitadas entre
sí".
Es decir, que cada trastorno constituye una
categoría diagnosticada y se sustenta en alteraciones específicas.
Por tanto, los rasgos de personalidad se definen
como “patrones persistentes de la forma de percibir, relacionarse y pensar
sobre el entorno y sobre uno mismo que se ponen de manifiesto en una amplia
gama de contextos sociales y personales".
El trastorno de la personalidad se da cuando estos
rasgos, que son egosintónicos (es decir, la persona se siente bien como es, o
en todo caso percibe su sufrimiento emocional como algo inevitable, sin
relación alguna consigo mismo, con su manera de ser y comportarse), se hacen
inflexibles y desadaptativos (hacia el final de la adolescencia se consolidan
de forma permanente y estable), y cuando causan un deterioro funcional
significativo o un malestar subjetivo.
"Un
hecho fundamental diferencia al paciente con trastorno de personalidad del
paciente neurótico: los síntomas de este último son autoplásticos, es decir,
repercuten en su propio perjuicio y sufrimiento, y son por ello experimentados
como egodistónicos.
Los síntomas del trastorno de la personalidad son
aloplásticos, este repercuten en los demás y son plenamente aceptados por el
ego del paciente.
La sintomatología neurótica se asemeja a una china
en el zapato del paciente (lo sufre él mismo y nadie lo nota); la
sintomatología de la personalidad anómala es como el aliento con olor a ajos
(solamente lo sufre el observador)."
Tipos de trastornos de personalidad
Con el pasar de los años y la realización de
estudios se han identificado los distintos tipos de trastornos de personalidad,
en las cuales se han identificado al menos diez grupos, como también estos han
sido clasificados en tres tipos de grupos y esto por las similitudes de sus
características:
A.
Raros o excéntricos:
Ø Paranoide
(desconfianza excesiva o injustificada, suspicacia, hipersensibilidad y
restricción afectiva)
Ø Esquizoide
(dificultad para establecer relaciones sociales, ausencia de sentimientos cálidos
y tiernos, indiferencia a la aprobación o crítica)
Ø Esquizoetípico
(anormalidades de la percepción, del pensamiento, del lenguaje y de la
conducta, que no llegan a reunir los criterios para la esquizofrenia)
Este grupo de trastornos se caracteriza por un
patrón penetrante de cognición (por ej. sospecha), expresión (por ej. lenguaje
extraño) y relación con otros (por ej. aislamiento) anormales.
B.
Dramáticos, emotivos o
inestables:
1. Antisocial
(conducta antisocial continua y crónica, en la que se violan los derechos de
los demás, se presenta antes de los 15 años y persiste en la edad adulta)
2. Límite
(inestabilidad en el estado de ánimo, la identidad, la autoimagen y la conducta
interpersonal)
3. Histriónico
(conducta teatral, reactiva y expresada intensamente, con relaciones
interpersonales marcadas por la superficialidad, el egocentrismo, la hipocresía
y la manipulación)
4. Narcisista
(sentimientos de importancia y grandiosidad, fantasías de éxito, necesidad
exhibicionista de atención y admiración, explotación interpersonal)
Estos trastornos se caracterizan por un patrón
penetrante de violación de las normas sociales (por ej. comportamiento
criminal), comportamiento impulsivo, emotividad excesiva y grandiosidad.
Presenta con frecuencia acting-out (exteriorización de
sus rasgos), llevando a rabietas, comportamiento auto-abusivo y arranques de
rabia.
C.
Ansiosos o temerosos:
·
Evitativo
(hipersensibilidad al rechazo, la humillación o la vergüenza; retraimiento
social a pesar del deseo de afecto, y baja autoestima)
·
Dependiente (pasividad
para que los demás asuman las responsabilidades y decisiones propias,
subordinación e incapacidad para valerse solo, falta de confianza en sí mismo)
·
Obsesivo-compulsivo
(perfeccionismo, obstinación, indecisión, excesiva devoción al trabajo y al
rendimiento; dificultad para expresar emociones cálidas y tiernas)
Este
grupo se caracteriza por un patrón penetrante de temores anormales, incluyendo
relaciones sociales, separación y necesidad de control.
Nuevas categorías del
trastorno de personalidad
Además de estos diez trastornos, se propone otras
dos categorías diagnósticas para su posible inclusión en futuras revisiones,
estos son: el trastorno depresivo de la personalidad y el trastorno
pasivo-agresivo (negativista) de la personalidad. Los criterios provisionales
propuestos son:
Trastorno depresivo de la
personalidad
A. Patrón
permanente de comportamientos y funciones cognitivos depresivos que se inicia
al principio de la edad adulta y se refleja en una amplia variedad de contextos
y que se caracteriza por cinco (o más) de los siguientes síntomas:
1.
el estado de ánimo habitual está presidido por sentimientos de abatimiento,
tristeza, desánimo, desilusión e infelicidad
2.
la concepción que el sujeto tiene de sí mismo se centra principalmente en
sentimientos de impotencia, inutilidad y baja autoestima
3.
se critica, se acusa o se autodescalifica
4.
cavila y tiende a preocuparse por todo
5.
critica, juzga y lleva la contraria a los otros
6.
se muestra pesimista
7.
tiende a sentirse culpable o arrepentido
B.
Los síntomas no aparecen exclusivamente en el transcurso de episodios
depresivos mayores y no se explican mejor por la presencia de un trastorno
distímico.
Ø Criterios
de investigación para el trastorno pasivo-agresivo de la personalidad
A.
Patrón permanente de actitudes de oposición y respuestas pasivas ante las
demandas que exigen un rendimiento adecuado, que se inicia a principios de la
edad adulta y se refleja en una gran variedad de contextos, y que se
caracteriza por cuatro (o más) de los siguientes síntomas:
1.
Resistencia pasiva a rendir en la rutina social y en las tareas laborales
2.
Quejas de incomprensión y de ser despreciado por los demás
3.
Hostilidad y facilidad para discutir
4.
Crítica y desprecio irracionales por la autoridad
5.
Muestras de envidia y resentimiento hacia los compañeros aparentemente más
afortunados que él
6.
Quejas abiertas o exageradas por su mala suerte
7.
Alternancia de amenazas hostiles y arrepentimiento
B.
El patrón comportamental no aparece exclusivamente en el transcurso de
episodios mayores y no se explica mejor por la presencia de un trastorno
distímico.
Característica o diagnóstico diferencial
Los criterios específicos para los trastornos de la
personalidad describen características tales como; (suspicacia, dependencia, e
insensibilidad) que son típicos de los episodios de los trastornos mentales.
Por tanto, para diagnosticar un trastorno de personalidad se debe cumplir que:
• Las características definitorias
aparezcan antes del comienzo de la edad adulta
• Sean típicas del funcionamiento a largo
plazo del sujeto, y no aparezcan exclusivamente durante un episodio de un
trastorno.
Ya que al momento de mostrar los padecimientos, se
pernotara la dificultad y tal vez la
inutilidad de distinguir entre los trastornos de personalidad y otros
trastornos cuando estos tienen un inicio temprano y un curso crónico y
relativamente estable.
Sin embargo, en el caso de los trastornos
psicóticos, "hay un criterio de exclusión que señala que el patrón de
comportamiento no debe haber aparecido exclusivamente en el transcurso de una
esquizofrenia, un trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos u otro
trastorno psicótico". Si el trastorno de personalidad precede a un
trastorno psicótico crónico.
Igualmente, hay que considerar el diagnóstico de un
trastorno por estrés postraumático, si los cambios de personalidad surgen y
persisten después de que el sujeto haya estado expuesto a un estrés extremo,
descartando el trastorno de personalidad.
Si los comportamientos son consecuencia de la
intoxicación por el consumo o la abstinencia de sustancias, o están
relacionados con las actividades destinadas a mantener la dependencia (p. ej.,
comportamiento antisocial), debe diagnosticarse un trastorno relacionado con
sustancias, y evaluarse si se cumplen también los criterios de un trastorno de
la personalidad (relativos al comienzo, curso y características).
Cuando los cambios persistentes de la personalidad
son consecuencia de los efectos fisiológicos directos de una enfermedad médica
(p. ej., tumor cerebral), hay que tener en cuenta el diagnóstico de un cambio
de personalidad debido a enfermedad médica.
Por último, "los trastornos de la personalidad
deben distinguirse de los rasgos de personalidad que no alcanzan el umbral para
un trastorno de la personalidad". Sólo en el caso de que dichos rasgos
sean inflexibles, desadaptativos y persistentes, y ocasionen un deterioro
funcional o un malestar subjetivo significativos, se diagnostican como
trastornos de la personalidad.
Tratamientos de los trastornos de la personalidad
Los tratamientos disponibles para los trastornos de
la personalidad son variados, sin embargo, en lo general, no resultan muy
eficaces que se pueda decir, ya que según los expertos, cuando los trastornos
de la personalidad se presentan en algunos de los procedimientos
cognitivo-conductuales no les permite ser utilizados para la modificación de
estos problemas.
Ya que algunos trastornos de personalidad son
difíciles de modificar como por ejemplo: Los trastornos esquizoide, antisocial
o narcisista de la personalidad.
Sin embargo, otros trastornos disponen de programas
estructurados de tratamientos que les hacen ser más optimistas sobre la
eficacia de las intervenciones, ya que fueron mejorados los padecimientos en
los trastornos límite, por evitación como también por la dependencia.
Ahora bien, a pesar de que los procedimientos y
técnicas favorecen al paciente con algunos de los trastornos de la
personalidad, orientadores entienden que es de gran valía, como necesario
investigar más a fondo sobre estos procedimientos a fin de lograr una mejor
intervención en la modificación de los trastornos de la personalidad.
Sin embargo, el psicoterapeuta José Antonio García
Higuera, en un estudio revela que las técnicas cognitivo conductuales han comenzado
a dar alternativas eficaces a este tipo de problemas.
Esto a raíz de los avances en la comprensión de los
procesos de lenguaje, en la cual se ha propiciado la aparición de una nueva
generación de terapia cognitivo conductual, como es; las terapias contextuales.
A su vez, hace mención de las terapias que
desarrollan los distintos episodios dentro de los trastornos de personalidad,
donde se muestra la evolución de:
Ø La
terapia de aceptación y compromiso
Ø La terapia dialéctica conductual de Linehan
Ø La Psicoterapia Analítica Funcional, de Koheleberg
Ø La terapia de pareja conductual integrativa de
Jacobson.
Por tanto, la identificación y modificación de esos
esquemas de conducta del pasado, como
las experiencias del presente, se mueve en la clave del tratamiento y sobre
todo, en el logro a mejoras como los trastornos de la personalidad, para ello
es necesario seguir los pasos siguientes:
Ø Identificación
del problema actual.
Ø Modificación
y solución de ese problema. Suele alcanzarse una situación en la que se puede
llevar una vida normal, en la que sufrimiento básico se supera, pero queda
todavía la debilidad hacia ese tipo de situaciones. Por eso se continúa con:
Ø Identificación
de los esquemas automáticos subyacentes y de algunas de las situaciones en las
que se generaron.
Ø Modificación
de los esquemas y reconstrucción de los recuerdos y vivencias.