El galeno indica que esa masa acumula moho, esporas, químicos, minerales y partículas orgánicas en su viaje desde África, por lo que, al entrar en contacto con ella, el paciente puede verse afectado.
“Es un fenómeno que viene notándose con fuerza de unos 10 años para acá, ahora de una manera más concentrada. Cada año lo vemos más intenso y el cielo se pone más opaco, aunque también hay que reconocer que favorece al suelo con los minerales que aporta”, señaló el especialista.
Entre las consecuencias negativas están el alza de la temperatura, el arrastre de algunos microorganismos, polución y baja calidad del aire, incremento de los síntomas de alergias y afectaciones en la salud como irritación en la garganta, mucosas y resequedad en la piel.
Almodóvar destaca que una de las condiciones que hace que el polvo de Sahara se sienta más es que “la temperatura del país es una temperatura de incubadora, ideal para la reproducción de alérgenos y ácaros del polvo”.
En su consulta diaria en Docamed, el alergólogo ha notado un incremento de manifestaciones nasales, oculares y respiratorias en los pacientes que tienen de base una enfermedad como asma, bronquitis o rinitis.
Fuente: Diario Libre
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